El frondoso norte, con sus altas montañas y hondos barrancos, con su verde monte y canela tierra. Sinuosas carreteras cruzando túneles nos guían avistando laureles, sauces, pinares… Llegamos a Tenagua, actualmente conocido como Puntallana. Existe un lugar llamado Santa Lucía, en él una modesta ermita lleva su nombre y enfrente se erige una casa rodeada de gruesos muros para proteger su intimidad, la fachada de la ermita la mira pero el gran portón de la vieja casona la impide ver, la casona siente pena de su estado en perenne deterioro y es que más de 500 años de existencia sin cuidado alguno se notan. La ermita, cuidada en acceso y entorno está de buen ver pero la casona, que perteneció a Juan Fernández de Lugo Señorino dista mucho de lo que antaño fue, solo quedan vestigios que solo indagando en la historia podemos conocer. Hoy sus jardines y entrada con maleza de tamaño casi humano nos intimidan, sus largos balcones apenas conservan sus cristales y sus techos frágiles y quebradizos apunto de conocer el duro piso. La maltrecha casona es patrimonio, historia y riqueza cultural, alguien debería hacer algo para conservarla o se perderá para siempre.
El frondoso norte, con sus altas montañas y hondos barrancos, con su verde monte y canela tierra. Sinuosas carreteras cruzando túneles nos guían avistando laureles, sauces, pinares… Llegamos a Tenagua, actualmente conocido como Puntallana. Existe un lugar llamado Santa Lucía, en él una modesta ermita lleva su nombre y enfrente se erige una casa rodeada de gruesos muros para proteger su intimidad, la fachada de la ermita la mira pero el gran portón de la vieja casona la impide ver, la casona siente pena de su estado en perenne deterioro y es que más de 500 años de existencia sin cuidado alguno se notan. La ermita, cuidada en acceso y entorno está de buen ver pero la casona, que perteneció a Juan Fernández de Lugo Señorino dista mucho de lo que antaño fue, solo quedan vestigios que solo indagando en la historia podemos conocer. Hoy sus jardines y entrada con maleza de tamaño casi humano nos intimidan, sus largos balcones apenas conservan sus cristales y sus techos frágiles y quebradizos apunto de conocer el duro piso. La maltrecha casona es patrimonio, historia y riqueza cultural, alguien debería hacer algo para conservarla o se perderá para siempre.
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