Cuenta una antigua leyenda que en el municipio de Puntallana, al noreste de la Isla de La Palma, Canarias. Un joven pastor desafió todo lo conocido para cautivar el amor de una bella doncella. Ocurrió en La Galga, en lo más alto de un risco en un año incierto.
Se enamoró de una doncella, a sus ojos hermosa. El pastor cortejaba a la joven incansablemente y ésta quiso probar su valor.
Debía usar su elemento, la larga lanza con la que recorría caminos pedregosos y salvaba las distancias entre hondos barrancos llevando al ganado hacia los mejores pastos. Con la punta del regatón sobre el acantilado debía girar sobre sí mismo suspendido en el aire, si lo conseguía, se casarían. Pero no fue tan bonito. Tras lograrlo dos veces, a la tercera vuelta no logró su hazaña y se perdió en el vacío con un grito y con la bella doncella clamando en llantos.
Encontré la narración de esta leyenda, en la voz de la Cronista Oficial de Los Llanos de Aridane, Doña María Victoria Hernández.
Sobre el mar, con pie firme y abismal, se levanta un risco en el lugar de La Galga en Puntallana. Tan pétreo que las caricias o bravura del oleaje del inmenso océano Atlántico no ha podido, jamás, horadarlo. Tan vertical que no puede anidar en él una gaviota, ni crecer un bejeque florido. Murallón sin apéndices que pueda frenar una caída mortal. En su base, sólo en bajamar, se dibuja tímidamente, confundida por la espuma del oleaje, una estrecha playa de arenas y piedras negro azabache y en su cima árida y desapacible sólo crecen cardones, jaulagas.... En este lugar, el sobrecogedor silencio sólo lo rompe el eco del retumbar del oleaje que acaricia con salitre los labios del caminante.
Levantando la vista del abismo, en la soledad de la cima, hacia el norte aparece el blanco caserío de San Andrés, entre platanales, palmeras, canelos techos de teja canaria, el campanario de la iglesia y de nuevo el azul mar. Más allá, la luz intermitente del faro de Punta Cumplida o del Engaño, ya en el término municipal de Barlovento. Dejando la orilla, la mirada encuentra las poblaciones de Los Sauces, Los Galguitos y Las Lomadas. Mil verdes intensos y el azul del océano arropan el lugar. Hacia el sur, un paredón pétreo canaliza el impresionante barranco de Nogales y la fértiles campos de La Galga donde se alza la antigua ermita de San Bartolomé.
Cuentan que por aquellos pagos vivía un intrépido pastor amigo del riesgo, de valor ciego e inconsciencia que brotaba de su juventud. El ardor de su corazón le pedía y necesitaba, ante la soledad y el peligro, "...una pasión que endulzara su salvaje aislamiento, y una creencia que le infundiese valor en sus arrojadas empresas. Así, los dos sentimientos más sublimes que puedan abrigar el corazón humano llenaban el alma del atrevido pastor: la religión y el amor". Por aquellas tierras de pastos vivía una doncella de alabada belleza y los sentimientos del mancebo sufrieron una atracción irresistible, "...que día a día se acrecentaba con los desdenes de la bella joven". Esta se cansó de las pretensiones del mancebo y le quiso probar. Antes de convertirse en su esposa, el joven pastor debía acercarse al precipicio y apoyando ambas manos en su lanza, colocando el regatón en la orilla de aquel precipicio, dar vueltas formando un semicírculo con su cuerpo desprendido en el vacío.
Y así presto y rápido se dispuso a hacerlo el pastor, mientras, le palpitaba su corazón con las más dulces esperanzas. En el borde del abismo, colocó la lanza, la agarró con las dos manos, y exclamó: "¡En el nombre de Dios!", y diciendo esto su cuerpo salió despedido sobre el vacío dibujando un círculo, hasta que sus pies alcanzaron de nuevo la roca. "¡En el nombre de la Virgen!", gritó por segunda vez y su cuerpo encontró de nuevo la orilla. Se acercaba el momento de ver consumado su amor y por tercera vez exclamó retumbando el eco: "¡En el nombre de mi dama!". En ese momento, según la tradición, mientras se perdía su voz por los barrancos, el cielo determinó "castigarle por invocar el nombre de una criatura en tan supremo peligro, el desgraciado mancebo, suelto en el vacío, sintiendo bramar las olas en el fondo de aquel abismo, no pudo volver a ganar el borde del risco, y víctima de su amor cayó precipitado al mar". Y cuentan que, desde ese lejano y luctuoso día, al risco le llamó el pueblo Salto del Enamorado. Aún hoy su nombre evoca, a quien se acerca a aquellas fugas abismales, la osadía del enamorado pastor.
Lanza usada en Gran Canaria. www.saltodelpastorcanario.org |
La verdad no es fácil encontrar estos datos, he leído varios libros y recorrí muchas webs sin encontrar resultados, además que la web oficial del ayuntamiento de Puntallana no ofrece un archivo histórico del municipio y mucho menos de la leyenda que cuento aquí, o al menos yo no lo encuentro. Seguiré buscando la respuesta.
Esta leyenda fue tan importante que quedó reflejada en el escudo heráldico del municipio. Debajo del blasón, en el lema o divisa puede leerse: Dios, La Virgen, Mi Amada. Las palabras que el joven pastor enamorado dijo para intentar conquistar a su dama. Aunque la versión de la cronista de Los Llanos de Aridane usa "mi dama" en lugar de "mi amada" en otras leyendas que pude leer usan las mismas palabras que las que reflejan la divisa del escudo heráldico de Puntallana.
Es más que probable que la mayoría de palmeros conozcan esta leyenda o puede que no, pero habrá gente de otras islas o lugares que la desconozcan, para toda esa gente, espero que les gustara.
Sin más desde mi blog...
Un saludo y hasta otra entrada.
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