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Me sentí muy pequeño, diminuto, casi insignificante, ante el volcán que surgió en La Palma.
Nunca pensé que viviría algo así, poder ver un volcán a unos pocos kilómetros de distancia, sentir su rugido, su latido en forma de explosiones. El suelo vibraba, era como un cosquilleo constante en los pies. Los ríos de lava, las columnas de humo, la ceniza... todo genera miedo y maravilla a partes iguales.
Pero cuando me detengo a pensar en las viviendas que fueron y están siendo afectadas siento una tristeza enorme y no hay palabras para reconfortar esas pérdidas. Pero alguien dijo una vez, donde hay vida hay esperanza.
Ya se venía anunciando, cada vez era más probable que estallara, desde mi posición solo pude sentir dos temblores, otros es posible que los sintieran todos.
Lo vi en directo en la televisión canaria. Algunos tuvieron la suerte de verlo surgir en persona.
Y como mi abuelo llevó en su taxi a mi padre a ver el volcán Teneguía en 1971, mi padres quisieron que fuéramos juntos a ver este nuevo volcán sin nombre. El 19 de septiembre de 2021.
Álvaro Morales Luis
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