Lo que voy a relatar a continuación ocurrió en verano. Mi familia y yo estábamos de vacaciones, era de noche y mi padre regaba el césped, después del fuerte calor le vendría bien.
Fue entonces cuando escuché unos pequeños golpes en el suelo, me acerqué y vi que era una libélula que trataba de separarse del suelo para volar pero sus alas se habían pegado al suelo por el agua. Con cautela me aproximé al insecto y puse mi mano sobre él y se agarró a mis dedos con sus patas. Llamé a todos y mi sobrino lo miraba con una mezcla entre curiosidad y miedo, no sabía lo que era (ahora sí y le gusta). Comencé a sentir una gran fuerza, como una tensión eléctrica que hizo vibrar mis dedos, luego de unos segundos, la libélula comenzó a mover sus cuatro alas, sentí que iba a volar, alcé la mano y se perdió en la oscuridad.
Estas son algunas de las fotos que me hicieron después de que la libélula se agarrara a mi mano.
Luego vimos que se posó en la pared y al ser blanca, la libélula luciría espectacular, así que fui a por mi cámara y le hice una única foto y este es el resultado:
Quería compartir esta experiencia con ustedes, en realidad quería escribir todo esto después de volver de vacaciones pero entre los proyectos, el trabajo y demás no pude. Espero que les gustara.
Sin más desde mi blog...
Un saludo y hasta otra entrada.
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